Pedir Pedir

.



MACEDONIO HERNÁNDEZ 
MicroFricciones en EDICIÓN CYRANO

[*]


PEDIR PEDIR

Buenas y santas. Si no tiene nada mejor que hacer en este instante, le propongo pensar conmigo algún asunto banal del universo Babélico. Le propongo pensar la cuestión del pedir. Pedir. Pedir.

Bien canta el León rosquinense: “Sólo le pido a dios que el engaño no me sea indiferente.”

A ver. ¿No tiene usted la sensación de que todo el universo se la pasa pidiéndole cosas?
Ya sé, usted no es Dios, pero basta su presencia en cualquier lugar para que puaj, ya se le venga un pedido encima.
Todos te “piden” cosas. Todo te “pide” algo. Como si uno fuese Dios y estuviese al divino botón.

A ver si nos entendemos. Apenas usted abre la puerta del pasillo, ahí nomás, se le viene el perro a “pedirle” atención. Sigue unos pasos y viene la gata a “pedir” que la levante.
¿Me equivoco? Es así. Superado el trance, llegan los hijos. Hay uno que te “pide” que le resuelvas un problema de álgebra. Hay otro que te “pide” que cocines. Y todo ya. Ya. Y así todo el tiempo.

¿Sigo?
A que tu mujer te “pide” que le cuentes qué hiciste este día de morondanga con tu vida peripatética.
¿Viste?
Y si te sentás en la compu siempre aparece alguno a “pedirte” comentarios. Tonces, te tirás en el piso a ver tele y ahí entra el señor Mercado a “pedirte” que consumas.
¿No está repodrido de todo eso?
Todos te “piden” cosas. Todo te “pide y te pide” algo. Como si usted no tuviera otra cosa que hacer. Al final, uno no hace nada de tanto atender pedidos ajenos. Al final uno se queda solo como un perro, se queda.

Después salís a la calle y tenés la sensación de andar perdido en Babel. Ah…
Disculpe usted lo rústico y ramplón de mi lenguaje pero… ¿No se siente un tarado? ¿Todos tienen que pedir, pedir y pedir? Seradedió será. Vamos, de verdad, ¿no se siente un tarado? Mire, se lo digo de corazón: Usted es un tarado. De verdad, usted es un tarado. Y se lo digo con saber, porque a mí me pasa lo mismo muchas veces. Y esto nos pasa… por tarados.

¿Y sabe por qué somos tan pero tan tarados?
Porque nos equivocamos todo el tiempo. Estamos eligiendo ser tarados. Por eso nos quedamos solos en Babel, por tarados. Pasa, mi amigo, que elegimos el verbo equivocado para leer los actos del mundo.
Cuando imponemos el verbo “pedir” a todo, nos condenamos. Solitos nos condenamos a la soledad.

Bien canta el León rosquinense: “Sólo le pido a dios que el engaño no me sea indiferente.”

A ver si me comprende. Cuando usted abre la puerta del pasillo y se le viene el perro, el bicho no viene a “pedirle” atención. Viene para “compartir” una caricia.
Y si usted se atreve a “compartir” podrá descubrir que el mundo confundido de Babel… cambia.
Entonces, permítase “compartir” caricias con su perro.

Y siga de este modo, vea. Levante a su gata para “compartir” un poco de calor y afecto. Siéntese con su hijo a “compartir” saber e ignorancia en la resolución de un problema algebraico. Cocine con su otro hijo para “compartir” la mesa y el pan. Hable con su mujer para “compartir” los cuentos del día.

Escuchá, a ver si te queda: Cada vez que suponés que el mundo sólo está para pedirte algo, te quedás un poco más solo.

Solo como un perro. Como tu perro. O tu gata. O tus hijos. O tu mujer.

Eso sí. Tampoco es cuestión de ser un tarado superlativo. Cuando te tires a ver la tele y venga el señor Mercado a “pedirte” que consumas, no le des ni cinco de bolilla.
¿Tamos o estamos?
Y ahora mire a su alrededor. A lo mejor hay tiempo de compartir algo antes del fin de este domingo. A lo mejor todavía su perro su gata sus hijos o su mujer están dispuestos.
Vaya.
Y ya que estamos terminando: ¿Le puedo “pedir” algo? ¿Sí?

Entonces… y parafraseando al León rosquinense: Sólo le pido a usted que deje de ser tan tarado.








.

No hay comentarios: